domingo, 8 de julio de 2007

Capitulo 1: Odiado y Expulsado


La calle se encontraba completamente desierta, ningún alma, ni siquiera el mas pequeño roedor se asomaba por la empinada ladera; y las luces que provenían de los faroles formaban fantasmas falsos contra las paredes de las casas vecinas y eso, acompañado de la espesa neblina que caía sobre la ciudad por aquellos días, daban un espectáculo aún mas tétrico del normal en esa época del año.

Un chico, de no mas de diecisiete años, salió desde la puerta de una de las casas, mientras su padre le gritaba a viva voz que no le permitiría tener aquellas amistades “no dignas de gente como nosotros”, como así los solía llamar el hombre. El chico, sin dar señales de haber oído lo que decía su padre, comenzó a caminar calle arriba, con una actitud tranquila y una leve sonrisa en los labios.

- ¡¡¡¡Muggles!!!! – gritó el padre del joven a su mujer cuando volvía a ingresar al salón – no puedo creer que este maldito chiquillo sea amigo de unos asquerosos Muggles.

- Es tu culpa que el chico sea así, Billius – decía las mujer a su esposo – jamás le permitiste ir a una escuela mágica y por eso comenzó a frecuentar a la gente del pueblo; su educación solo se reduce a su habitación y su profesor particular.

- No me culpes a mi de las estupideces que hace tu hijo, Clara

- Es tu hijo también, Billius

- Ja!!!, como si eso me importara

La discusión siguió por varias horas mas en las cuales cada uno hacia culpable al otro por como se comportaba su hijo y de porque tenía ese carácter tan prepotente; aunque eso no era difícil de deducir.

Durante sus diecisiete años de vida, Jaliet no supo más que de libros de hechizo y formulas varias; era verdad que quizá, para su edad, era uno de los jóvenes con mayor conocimiento sobre magia, pero eso no era suficiente. Su padre, Billius Strangerdestiny, un importante y millonario hombre, con un linaje de sangre pura que se remonta a los tiempos de Merlín y con un codiciado puesto en el Ministerios de la Magia como segundo jefe supremo del Wizengamot; no era lo se podía decir “un padre abnegado”, mas bien le había prohibido muchas cosas a su hijo, como el hecho de no hacer su educación mágica en un colegio normal para niños magos; para Billius todo aquello era una completa tontería ya que, como él mismo lo decía, su familia estaba por encima de esas insignificancias de la buena relación entre magos; a él lo que le importaba era el poder y la forma mas fácil de conseguirlo; por eso a nadie le sorprendió el escuchar su nombramiento a la “Orden de Merlín, primera clase” ya que muchos decían que había pagado una gran suma de dinero al Ministerio para obtener aquella importante distinción. La madre de Jaliet, por otro lado, no estaba de acuerdo con muchas de las cosas que hacia su marido, pero lo callaba, más que otra cosa por miedo a sus constantes represalias con todo aquel que él sentía, lo había traicionado.

Así fue como en el cumpleaños numero seis de Jaliet, su padre lo encerró bajo llave en su habitación durante seis meses y luego no le permitió salir de de casa hasta que cumplió los siete al año siguiente; el motivo de todo esto fue muy simple: como todo niño a aquella edad, Jaliet decidió invitar a algunos amigos a su casa, amigos Muggles; Billius se enfado tanto que los expulso de su casa a punta de varita y media hora después, los funcionarios del Ministerio les estaban modificando la memoria a los pequeños niños; pero no todo finalizo ahí: cuatro años mas tarde, mientras Jaliet caminaba por las desoladas calles, se encontró con un joven muy lívido y Jaliet se le acerco para preguntarle que le sucedía y el joven le dijo que venía de una tierra muy lejana y que estaba cansado y fatigado, entonces Jaliet lo llevo a su casa.

Aquel joven resultó ser un vampiro, uno de los maestros, un vampiro original. El joven y Jaliet se volvieron muy buenos amigos y durante dos meses, Billius jamás se supo que en su propia casa, bajo su propio techo, estaba viviendo un vampiro. Las cosas cambiaron cuando una noche hambriento, el joven salió de la habitación y trató de salir para conseguir a alguien de quien alimentarse, pero la madre de Jaliet lo descubrió y comenzó a gritar histérica; Jaliet bajo de su habitación y llego a la cocina mientras le decía a su madre que aquel joven era una amigo vampiro y que lo había invitado a comer. Aquello hizo que el vampiro tuviera que marcharse y Jaliet fue encerrado en su habitación por otros seis largos meses.

Los años pasaron lentos, y Jaliet cada vez se portaba como más odiaba su padre. Ahora todas las noches salía a juntarse con Muggles en fiestas o bares cercanos al pueblo y no regresaba a casa hasta el otro día a la hora de almuerzo.

- Llegas tarde – le reprocho su madre al día siguiente.

- No es así, son solo las doce del día, llegue temprano.

- Tu maestro llegará en cualquier momento y mira como estas todo asquero… - pero antes de que pudiese terminar de regañarlo, el timbre de la puerta principal sonó y la madre de Jaliet se apresuro a abrir.

- Buenas tardes, señor Phelps – escuchó Jaliet que le decía su madre al profesor que cada día venía a darle clases particulares.

- Es un placer verla nuevamente, Clara – decía el señor Phelps mientras los dos ingresaban a la cocina, donde Jaliet estaba repantigado sobre la mesa – Jaliet, al parecer volviste a llegar…..temprano – comentó con una sonrisa y Jaliet levantó su dedo pulgar como señal de aprobación.

- Amigo mío, me alegra que hayas llegado – dijo Billius, quien acababa de ingresar a la cocina.

- Billius, me alegra verte. Como están las cosas en el Ministerio.

- Mal – comenzó a hablar Billius con un poco de ira en su tono de voz – toma asiento y te cuento. – ambos se sentaron en las butacas de la mesa de la cocina y Jaliet, bostezando a sus anchas, se puso de pie y se desperezo.

Mientras el padre de Jaliet hablaba, el chico sacó su varita y apunto con ella al tacho de la basura, el que se convirtió inmediatamente en un gran refrigerador.

- ¿Qué haces? – le preguntó su madre a Jaliet

- Me preparo un jugo de naranja – dijo como respuesta

Dentro del refrigerador había unas grandes naranjas que Jaliet sacó y colocó sobre la mesa.

- Dumbledore me tiene cansado. – decía Billius aun sin darse cuenta de todo el alboroto que su hijo estaba haciendo – Ayer le comente que sería bueno si expulsamos a los elfos de sus tierras, pero el muy estúpido me dijo que jamás haría eso; lo puedes creer, esas tierras valdrían millones de Galleons.

- Dumbledore tiene razón, Billius. Los elfos son un pueblo antiquísimo y jamás venderían sus tierras, a ellos no les importa cuanto oro les puedas dar.

- Hablas como si fueran superiores a nosotros – se enfado Billius

- Y lo son. Mucho más inteligentes y poderosos. No olvides que ellos crearon la magia, Billius; que no la utilicen como lo hacemos nosotros no quiere decir que no la tengan.

- Eso es absurdo; Merlín…

- Merlín aprendió todo de Limery hijo de Obetel, quien resulta es un elfo.

- Estupideces – dijo Billius – lo que pasa es que Dumbledore se está volviendo viejo

- ¿Quién es Dumbledore? – preguntó Jaliet mientras ponía todo lo que llevaba en los brazos sobre la mesa: un cuchillo, una jarra, las naranjas y un exprimidor que había hecho aparecer hace unos segundos atrás.

- Dumbledore – contestó el señor Phelps – es quizá uno de los mago mas poderosos, incluso me atrevería a decir, que tiene tanto poder como el mismo Merlín.

- ¿Y que hace? – volvió a preguntar Jaliet nuevamente, mientras partía las naranjas por la mitad.

- Es el actual director del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, y además es el jefe supremo del Wizengamot.

- Vaya, todo un personaje – rió Jaliet mientras ponía la mitad de una naranja en el exprimidor y la presionaba haciendo que todo el jugo escurriera dentro de la jarra.

- Si, si, todos hablan de Dumbledore como si fuera un dios, pero solo es un viejo excéntrico al que le gusta hacerse el interesante – agregó Billius furibundo.

- No es así – continuo el señor Phelps – Dumbledore es…

- Ya estoy harto de Dumbledore – gritó Billius moviendo los brazos con ímpetu - y tú muchacho – dijo fijándose por primera vez en su hijo - que crees que haces.

- Jugo de naranja – dijo Jaliet apuntando al jugo que había dentro de la jarra y luego a la naranja que tenia sostenida en su mano como si le estuviera hablando a alguien que tenia problemas para entender las cosas.

- Jugo de naranja, jugo de naranja – gritó Billius cada vez mas fuerte mientras se ponía de pie – que te crees que eres, un asqueroso Muggle.

- Billius, no…

- No te metas en esto, Phelps.

- Phelps, creo que sería mejor que se retirara – dijo Clara y acompaño al señor Phelps hasta el vestíbulo.

- ¡¡¡ACASO NO TE HEMOS ENSEÑADO BIEN EN ESTA CASA!!! – siguió gritando Billius mientras escupía saliva y su rostro imitaba el color de un enorme tomate.

- Pues no – dijo Jaliet impertérrito.

- ¡¡¡ERES UNA VERGÜENZA, PARA QUE TIENES ESA VARITA MALDITO MUCHACHO, CUAL ES EL PROPOSITO DE COMPORTARTE COMO UN SUCIO MUGGLE!!!

- ¿Fastidiarte? – dijo Jaliet como única respuesta.

- ¡¡¡MALDITO CHICO, YA ME TIENES CANSADO CON ESA ACTITUD. LARGATE DE AQUÍ, VETE A VIVIR COMO EL SUCIO Y ASQUEROSO MUGGLE QUE QUIERES SER!!!

- No, Billius – decía su esposa que ya había regresado a la cocina.

- CALLATE, C LARA; NO TE METAS EN ESTO.

- Pero adonde ira – sollozo la mujer.

- Y ESO A MI QUE ME IMPORTA, QUE SE LARGUE AHORA MISMO.

- Con mucho gusto. – sonrió radiante Jaliet y con un movimiento de su varita hizo aparecer unas maletas – como vez, ya tenia todo listo. Por cierto, el refrigerador te lo dejo... quizá te sirva, aunque sea un artefacto Muggle.

Jaliet salió mientras su padre, rojo por la ira, le lanzaba hechizo tras hechizo y su madre lloraba desde el umbral de la puerta. Lo había conseguido, luego de diecisiete años de maltratos y humillaciones, al fin había logrado librarse de aquellos que tanto odiaba, y aunque no sabía bien donde iría, estaba seguro que cualquier lugar al que fuese sería mucho mejor que estar en aquel lugar y tomando sus maletas caminó en dirección hacia el pueblo para tomar el primer tren que saliera, y mientras avanzaba miraba a las personas que, ignorantes de lo que había sucedido, recorrían la acera mirando las vidrieras de las tiendas.



1 comentario:

Yizu / Cata dijo...

me inclino ante ti... y si me permites diré ser tu seguidora n_n nos vemos



by yizu